Mario Nandayapa
Mankéme Chiapas
Chiapa de Corzo, Chiapas, México.- Vengo
bajando de la montaña donde se celebra el Calalá de Chiapa de Corzo, y estos
momentos son lo que le da sentido a la brujula de la vida, confirmo mi
perentezco con la tierra, por ello cuando tengo sed digo “Tengo senquía”…
La etimología e interpretación de
la palabra “Calalá”, deviene del chiapaneca Calaahlau (Donde el venado o ciervo
del cielo), de Ca- (Part. locativa), Lahaa (Venado o ciervo), y Na lau (Jícara.
Jicalpextle). Como metáfora de una jícara o un jicalpextle con fondo azul
representaban el cielo los chiapanecas.
La constelación del Can Menor o
Canícula era llamada Nalaalau (Ciervo o venado del cielo) por los chiapanecas,
con la misma idea figurada que tiene el Can Menor (Perrito, de Can pequeño)
actualmente, que acompaña al sol en su salida en la temporada de la Canícula, y
que para los chiapanecas era un Venado (Lahaa), el que lo hacía de acompañante.
Interpretación acorde con lo
connotación ideográfica representada en la danza del Calalá en jueves de Corpus
muy cercano a la canícula (15 de julio - 25 de agosto) Nombre del
personaje-actor que representa al venado o ciervo.
Dicha representación consiste en
una danza con música autóctona ejecutada con tambor y pito de carrizo, en la
que se presenta al Calalá en una armazón rústica recubierta con piel de venado,
con la cabeza encornada y cola del mismo, con máscara de madera, y como látigo
el miembro viril del toro disecado, representando un venado que bufa o brama,
con la chirimía de barro que utiliza, gritando constantemente ¡Yatuhuá¡, ¡Yatuhuá!
(¡Señor Negro!).
Además nueve actores vestidos de
tigres con máscaras felinas colocadas en las cabezas, y ropaje
amarillo-moteado, etc.
La celebración de la danza se
llevaba a cabo antiguamente en el cerrito del Diliñumbú o Diliñumbure (Cerro
del tigre) al SE de la localidad y distante unos 2 kmts. Donde concurría una
gran romería que duraba todo el Jueves de Corpus, regresando al barrio Sta.
Elena por la tarde para la consagración de la ofrenda sacrificial consistente
en la presentación y flagelación de muchos niños hincados frente a la imagen
del Cristo negro Señor de la Misericordia. Mientras esto ocurría se cantaba un
alabado en lengua chiapaneca, gritando constantemente ¡Yatuhuá! (Señor Negro).
Para terminar con la repartición de Nanchis a todos los niños
asistentes. Decaída escenográficamente la danza, e inmerso en el sincretismo
religioso católico, todavía se conserva gran parte de los elementos
estructurales originales.